HOLA MOLESTO TU ATENCIÓN PARA PEDIR QUE POR FAVOR TE TOMES LA MOLESTIA DE LEER ESTE MENSAJE, ES UN HECHO REAL Y ES UNA INVOCACIÓN ESTIMADO AMIGO
Hace unos días
presencié un hecho llamativo. No se trató de alguna hazaña deportiva, de esas
que nos hacen mucha falta, ni tampoco fue un acto político o de premiación en
mi ciudad o del paso de la representación de alguna institución educativa, Parece
mentira, pero estas cosas ya no nos sorprenden...
Mientras esperaba en el paradero de la av. Leguía con Angamos, un verdadero desfile de personas entre estudiantes, trabajadores y ambulantes invadían las estrechas veredas ,había también un vendedor de piña y sandias en rodajas era más allá del mediodía y el calor norteño arreciaba esta de mas decir que el humor de la gente era distinto, escolares bromeando, madres combatiendo con sus pequeños para no soltarse de sus manos, hombres preocupados, cada uno vivía su mundo y no importaba quien este y como este a su lado, lo importante era esperar que llegue la combi o el colectivo que los llevaría su destino Pero en medio de todos y todo aquello, recostado en la vereda y como si tuviera un muro invisible que nos separara de él, un niño menudo y de apariencia triste con evidente retraso y descuidado en su vestimenta; alguien a quien denominamos como “chico de la calle” o “abandonado (título que, por supuesto, jamás buscó obtener...) era testigo de esa diaria danza de espera del transporte de toda esa gente. Tenía en sus manitas delgaditas una pequeña cajita donde se apreciaba como un lunar una pequeña moneda que algún samaritano le había donado, la gente subía y bajaba de los transportes, el calor arreciaba, el hambre hacia estragos en algunos estómagos el vendedor de sandias hacia su agosto con sus ventas, noté que el niño miraba con ansiedad aquellas preciosas y jugosas tajadas de sandía, imaginaba su hambre pero yo, no atinaba a nada, en eso apareció otro vendedor ambulante y a viva voz comenzó a vender un "trompo luminoso". El pequeño dejo de desear las apetitosas sandias y quedó quieto, observando con ojos de asombro aquel juguete. Cuando el vendedor concluyó su demostración, una señora de condición humilde lo llamó, le pagó por el producto y se lo entregó al niño como un obsequio (¡me ganó de mano!).Además compro una tajada de sandía y también se la dio al pequeñín La sonrisa del niño iluminó la tarde de muchos, y el gesto de aquella mujer logró "arrancar" más de una lágrima de emoción entre los que estábamos allí.
Mientras esperaba en el paradero de la av. Leguía con Angamos, un verdadero desfile de personas entre estudiantes, trabajadores y ambulantes invadían las estrechas veredas ,había también un vendedor de piña y sandias en rodajas era más allá del mediodía y el calor norteño arreciaba esta de mas decir que el humor de la gente era distinto, escolares bromeando, madres combatiendo con sus pequeños para no soltarse de sus manos, hombres preocupados, cada uno vivía su mundo y no importaba quien este y como este a su lado, lo importante era esperar que llegue la combi o el colectivo que los llevaría su destino Pero en medio de todos y todo aquello, recostado en la vereda y como si tuviera un muro invisible que nos separara de él, un niño menudo y de apariencia triste con evidente retraso y descuidado en su vestimenta; alguien a quien denominamos como “chico de la calle” o “abandonado (título que, por supuesto, jamás buscó obtener...) era testigo de esa diaria danza de espera del transporte de toda esa gente. Tenía en sus manitas delgaditas una pequeña cajita donde se apreciaba como un lunar una pequeña moneda que algún samaritano le había donado, la gente subía y bajaba de los transportes, el calor arreciaba, el hambre hacia estragos en algunos estómagos el vendedor de sandias hacia su agosto con sus ventas, noté que el niño miraba con ansiedad aquellas preciosas y jugosas tajadas de sandía, imaginaba su hambre pero yo, no atinaba a nada, en eso apareció otro vendedor ambulante y a viva voz comenzó a vender un "trompo luminoso". El pequeño dejo de desear las apetitosas sandias y quedó quieto, observando con ojos de asombro aquel juguete. Cuando el vendedor concluyó su demostración, una señora de condición humilde lo llamó, le pagó por el producto y se lo entregó al niño como un obsequio (¡me ganó de mano!).Además compro una tajada de sandía y también se la dio al pequeñín La sonrisa del niño iluminó la tarde de muchos, y el gesto de aquella mujer logró "arrancar" más de una lágrima de emoción entre los que estábamos allí.

Esta navidad podrías
pasar de la teoría a la práctica y hacer sonreír a alguien.es por eso que te
invito no a que seas como la gente que esperaba su transporte, aquella gente no
tiene tiempo para descubrir las cosas maravillosas que DIOS nos puso en nuestro
mundo, te invito a que seas como aquella humilde mujer que compartió lo poco
que tenía con alguien mucho más pobre y necesitado, la navidad es una fecha
para, para perdonar, para reflexionar mucha gente según la tradición hace
regalos a sus seres queridos y disfrutar de una deliciosa y ostentosa cena pero en realidad es una fecha especialmente
para compartir, devolvámosle la sonrisa a un niño humilde que recibe de tu
parte un regalito por más pequeño que sea o una espumante ración de chocolate,
este año te invito a unirnos y llevar un poco de alegría aunque sea una vez en
el año a gente humilde a niños llenos de ilusiones y deseos, te aseguro que sus
sonrisas y su felicidad es una enorme bendición que nos separa lo humano de lo
divino, de lo terrenal y lo celestial, de la pesadumbre a la paz… y quizás
recuerdes una etapa de tu vida.
Espero tu
respuesta, es solo una pequeña ayuda consistente en víveres, juguetes, prendas
de vestir o lo que tu corazón samaritano crea conveniente, todo sirve, todo
suma o quizá tu presencia física sería mucho más importante para ayudarnos en
esta jornada que es solo labor social sin afán de protagonismos...
NILTON
MONTALVO
CEL RPM #
978957721 CLARO 973737815